miércoles, 25 de septiembre de 2013

No más paseos de revista

Paseas una tarde, pensando en todo y en nada, uno de esos días en que tienes poco que hacer y mucho en lo que pensar. Entras en una librería, ojeas algunos libros que te llaman especialmente la atención y de repente llegas a la sección de prensa y revistas. Hace años que no lees una, probablemente desde que acabaste el instituto. Observas por encima algunas portadas y finalmente te decide. Luego te llevas un pequeño puñetazo en tu cartera, las revistas solían ser mucho más baratas cuando ibas al instituto.

Continúas con el paseo y aburrida ya de la calle, la gente y los coches, vuelves a casa. Preparas una cena rápida, te pones cómoda y abres tu adquisición. Lo primero en que te fijas es en la gran cantidad de publicidad que ves en ella, por cada dos páginas de algo sustancioso hay cinco con anuncios de perfumes, cremas para la cara, mascarillas para el pelo… Siempre con fotos de mujeres impecables, con unos labios bien perfilados de rojo, ninguna imperfección en la piel, el pelo brillante y acompañadas, por supuesto, de hombres maravilla. Te preguntas por un momento como pueden siquiera pretender ser reales esos anuncios. Si tú fueras así de estupenda, no necesitarías ni un solo producto de los que están publicados. Empiezas a estar algo irritada, pero continuas con tu “lectura”. Repasas los títulos del índice, algunos artículos parecen atrayentes. Continuas pasando las páginas, empiezas a leer y voilà, más publicidad incrustada entre líneas, ¡estupendo! Pero incluso dejando aparte el tema de los anuncios, te dan ganas de arrancarte los ojos conforme continúas con la tarea. Te sientes decepcionada, ¿realmente todas las revistas dedicadas a las mujeres son así de cutres o es que has escogido la peor que había en la estantería?

Los artículos que en un principio llamaban tu atención se vuelven una mofa. Lees y te sientes estúpida. Parece que con todas esas frases “con gancho”, ese vocabulario coloquial y cercano a la mujer “de hoy en día”, intenten someterte a una lobotomía. Se habla de relaciones, de amor, de sexo, de moda, de belleza y salud… Pero en realidad tan solo generalizan, analizan lo más obvio, meten a todos y a todas en un mismo saco. Intentan hacer que la vida parezca “fácil” si te compras unos zapatos que cuestan 200 euros o si te bañas en perfumes exóticos y, obviamente, igual de caros que los zapatos. Todo puro marketing, nada real. ¿Cómo se supone que eso va a ayudar a las mujeres a sobrevivir en un mundo en el que “frágil, ingenua y manipulable” son las etiquetas más repartidas para ellas? Encuentras hipocresía en cada página de esa maldita revista. No das crédito cuando lees artículos sobre la dependencia emocional o la seguridad en el trabajo. Se habla de lo nociva que es la obsesión en las relaciones, pero al mismo tiempo crean en las mujeres una total dependencia por la ropa, el maquillaje y demás accesorios. ¿Seguridad en el trabajo? Te ríes. ¿Cómo puede una persona estar segura de sí misma cuando se tiene que preocupar por ponerse cincuenta cremas en la cara todos los días porque cree que su rostro no es lo suficientemente perfecto para ser mostrado en público? Abochornante, es lo único que se te ocurre pensar al respecto.

No eres ninguna enemiga de la moda. Tampoco piensas que cuidar tu cuerpo es innecesario. El problema está en que para todo hay un límite. La vida es un baúl que no puedes llenar solo con zapatos y crema antiarrugas, pesan demasiado y cuando estás en una situación difícil son totalmente inútiles. Esas revistas, al menos la que ha caído hoy en tus manos, son tóxicas. Absorben toda la parte del cerebro que no esté vestida de Dior. Incitan al consumismo, a comportamientos obsesivo-compulsivos y a muchos problemas de autoestima. Crees que las mujeres deberían ser más inteligentes de lo que los redactores, de esos folletos publicitarios con algún relleno en forma de artículo, piensan.

No es necesario arruinarse para lucir un buen aspecto. Tampoco es justo humillar nuestro autoestima solo porque no nos parezcamos a las chicas de revista; el photoshop, ladys, todavía no se vende en frascos. Hay que pensar más en mostrar una “bonita” mente y no centrar la atención solo en los artículos que decoran el cuerpo. El glamour está bien por un rato, pero cuando llegas a casa, con mil problemas en la mente, cansada y aburrida del mundo, ni tus potingues del baño, ni tus vestidos de marca van a saltar en tu ayuda, no servirán de ánimo, ni siquiera te proporcionarán una agradable compañía. Así que, como pequeño consejo de no experta, dirías que más les vale a las mujeres buscarse un hobby más productivo que las revistas.

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