jueves, 21 de marzo de 2013

Hoy, la primavera.

Hoy me ha surgido una sonrisa al despertarme. Y por la calle me han secuestrado los olores y recuerdos que venían de la mano. He pasado por todas las estaciones del año y he vuelto a sonreír porque se me ha llenado la cabeza de imágenes muy coloridas. He recordado los mercados de mi infancia, el jardín con violetas de mi guardería, también las muchas tardes pasadas en los bancos y otras cosas que no soy capaz de retener ahora, pero que en ese momento eran totalmente nítidas y casi podía verlas ante mis ojos. He notado la primavera en mis mejillas, en mis manos y en mi pelo. He estado un poco torpe, pero todo me parecía tan simple como un puzle de cuatro piezas.

Adoro esta época del año y me doy cuenta, de que por más frío que sea el invierno, en mi vive una “invencible primavera”.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Silencio

Los colores del atardecer se apagan y ahí en el rincón entre las casas blancas, al lado de aquella farola negra se pierden las palabras. Ella habla y escucha el silencio en respuesta. De nuevo. Del pequeño balcón asoman rosas en cascada, unidas de tal forma que no se dejan caer la una a la otra. Un par de miradas y los dedos enredados a penas se sostienen ya. No hay música pero en sus cabezas alguien canta.
Hay velas encendidas, en algún lugar, el olor a cera se extiende por la calle. Es un momento imperfecto, diferente. Ella habla y escucha el silencio en respuesta. Una y otra vez. Él encierra en sus ojos la inteligencia de aquel que no comprende nada. Tal vez el encuentro dure un par de minutos más, pero los dedos ya no se sostienen. Algo cae en sus hombros, ¿agua? Siguen ahí, persisten, no abandonan. La farola parpadea con luz muy cálida. Ellos, la lluvia y la calle, su calle. Y de repente es otra época, son otras personas, otras palabras… Pero ella habla y aún así escucha el silencio en respuesta.

lunes, 11 de marzo de 2013

Sóplale al viento porque es viento

 

Explícale al viento que te duelen sus caricias, pídele que amaine su fuerza, que te deje caminar. Dile al sol que queman sus abrazos, implórale a la lluvia que deje de caer. Razona con el frío para que deje de calar tus huesos y grítale al calor que no te deja respirar. Confiésale al árbol que te enganchan sus colores, susúrrale a la flor cuanto te gusta su perfume. Llama al pájaro para que venga a dormir contigo y te cante al amanecer. Persigue al león y reclámale cariño. Haz todo eso y te sentirás frustrado. Verás que es inútil continuar, que si el viento sopla seguirá soplando y si el pájaro no quiere, no cantará.

domingo, 10 de marzo de 2013

Ignominia (1)

 

Recuerdos

En el recuerdo, cayó en el recuerdo. Agachó la cabeza y dejó reposar sus ojos en su abrigo gris. Recordaba su última vez en aquel lugar como si fuera algo que había quedado embalsamado en su memoria. Las ventanas del coche estaban cerradas pero podía sentir la brisa que corría aquel día por su pelo. Vio a su madre sentada en el asiento del copiloto y a su padre buscando algo en su cartera. Pero más que nada la recordaba a ella al otro lado de la ventanilla, sus manos enganchadas por los dedos, uno a cada lado de una frontera todavía invisible, pero ya real. Se despidieron con una amarga sonrisa y el coche arrancó con fiereza.

De vuelta a la realidad, separó la llave del contacto y salió por fin del vehículo. Lo dejó aparcado justo en frente de lo que había sido un hospital clínico. Era casi doloroso pensar en cómo de rápido habían cambiado las cosas. Las calles que guardaban su infancia habían sido remodeladas; el cielo no era igual de azul, ni los árboles igual de verdes. Le habría gustado tener la quebradiza esperanza de que la gente seguía siendo la misma, pero le habían enseñado a asumir la irrevocable imposibilidad de ciertas cosas.